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Opinión - Valentía en tiempos de guerras. Por Rosa María Artal
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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Catón de guerra sionista

Una mujer y un niños caminan entre casas destruidas en el norte del campo de refugiados de Al Nusairat, en el sur de la Franja de Gaza, el 29 de abril

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Uno va sumando las atrocidades y crímenes de guerra cometidos por el Estado de Israel en Gaza y Cisjordania y le sale, como resultado final, un manojo de misiles poéticos de Bertolt Brecht. Éste, por ejemplo: “ES DE NOCHE /. Las parejas van a la cama. Las mujeres jóvenes / parirán huérfanos”. O este otro: “LOS TÉCNICOS ESTÁN / inclinados sobre la mesa de dibujo /; una cifra equivocada, y las ciudades del enemigo / se salvarán de la destrucción”. ¡Y qué decir de un tercero, muy en consonancia con lo rebelión universitaria generalizada contra la masacre del pueblo palestino!: “DE LAS BIBLIOTECAS / salen asesinos /. Estrechando contra sí a los niños /, las madres vigilan el cielo con terror / a que aparezcan en él los descubrimientos de los sabios”.

Son poemas que forman parte del “Catón de guerra alemán”, escrito por Brecht a finales de los años treinta, contra el régimen nacional-socialista de su país. No ha perdido su vigencia. Podría perfectamente ser actualizado con un título muy similar: “Catón de guerra sionista”, en un momento en que el Estado de Israel, al igual que los nazis en su día, se ha situado, sin disimulo alguno, en la avanzadilla de la extrema derecha internacional contra la democracia y sus normas y contra los derechos humanos más elementales. 

Bombardear hospitales y hasta ocuparlos a sangre y fuego; arrasar vecindarios enteros; asesinar en masa a civiles que esperan la entrega de alimentos; atacar sin piedad ni miramiento alguno recintos escolares o establecimientos internacionales pensados para proteger a personas indefensas; matar deliberadamente a cooperantes y a trabajadores humanitarios (de la ONU en su mayor parte); cercar por hambre a la población u obligarle a éxodos continuos; acosar sin piedad, como hacen los judíos en Cisjordania, a la población autóctona, despojándola de tierras y viviendas… 

Todo esto, y más que está ocurriendo, no es, como dice el Gobierno israelí, apelar a una legítima defensa frente a anteriores crímenes de lesa humanidad perpetrados por Hamas en su territorio. Es, simple y llanamente, aprovechar estos crímenes para emprender una guerra de exterminio de un pueblo, el palestino, que, hasta el momento, se ha cobrado alrededor de 35.000 víctimas.

Desafiando cualquier norma, sin contención de ningún tipo, el Estado de Israel se ha dotado por su cuenta del insólito derecho a tener licencia para matar a quien se le ponga por delante o simplemente huya de las agresiones de su ejército. Cualquier objeción ética que se oponga a sus pretensiones será considerada “agresión antisemita”, y no una crítica muy razonable a la ideología sionista que corroe desde sus inicios el sistema democrático israelí. Un cuestionamiento que, por otra parte, no reviste novedad alguna, porque no es de hoy y tiene precedentes ilustres (e ilustrados). Ya en los años cuarenta, el filólogo alemán, Victor Klemperer alertaba sobre las semejanzas entre el nazismo y el sionismo divulgado por su teórico fundamental, Theodor Herzl.

Desafiando cualquier norma, sin contención de ningún tipo, el Estado de Israel se ha dotado por su cuenta del insólito derecho a tener licencia para matar a quien se le ponga por delante o simplemente huya de las agresiones de su ejército

En una anotación de sus diarios (23-6-1942), Klemperer se muestra así de rotundo: “Estudio de los escritos sionistas de Herzl. La más asombrosa afinidad con el hitlerismo (…) Para él, la nación es 'un grupo histórico, reconocible por su coherencia y con un enemigo común'. (Una definición bien inconsistente)”. Dos días más tarde, insiste: “(Los de Herzl) Son los mismos razonamientos, a veces casi con las mismas palabras, es el fanatismo de Hitler (…) ¡Qué esfuerzo hace Herzl para evitar la teoría de la raza! ¡Cómo ha previsto el porvenir!”. Y en otra anotación bastante  anterior (10-12-1940), Klemperer había puesto en boca de un conocido con el que se relaciona: “La teoría de la raza de Herzl es fuente de los nazis, ellos han copiado el sionismo, no al revés”.

No son palabras de un antisemita, sino de un intelectual judío alemán perseguido por el régimen nazi; y que nos legó, a riesgo de su seguridad, unos impresionantes diarios, cuyo título –“Quiero dar testimonio hasta el final”- es ya sumamente indicativo de su pretensión: relatar las atrocidades diarias que ese régimen criminal iba cometiendo sobre la población judía, en el período comprendido entre 1933 y 1945. Nos relata la vida de su comunidad en un período en que las iniquidades eran cotidianas. Y ya de paso nos alerta de otras iniquidades que pueden ocurrir con otras ideologías de corte muy similar, por su etnicismo, o racismo, declarado.

Y nos dicen también, frente a la rebelión estudiantil (secundada, por cierto por muchos judíos), que hay que elegir: o la guerra y las matanzas de los suyos o los terroristas de Hamas. ¡Cuando unos y otros son las dos caras de la misma moneda!

Como las que el Estado de Israel está perpetrando en Gaza y Cisjordania, con un rechazo internacional creciente, pese a la condescendencia (o complicidad) de algunos gobiernos de países democráticos, presionados o emocionalmente chantajeados por las poderosas comunidades judías. El sufrimiento de sus ancestros es el único argumento que ofrecen para hacer sufrir a otros. Se parapetan en las víctimas de su holocausto para justificar el holocausto que el expansionismo sionista está causando en la población palestina.

Y nos dicen también, frente a la rebelión estudiantil (secundada, por cierto por muchos judíos), que hay que elegir: o la guerra y las matanzas de los suyos o los terroristas de Hamas. ¡Cuando unos y otros son las dos caras de la misma moneda! Recientemente, Netanyahu ha dicho que cuenta con el apoyo de Dios para hacer lo que hace. Hamas, que desprecia en la práctica a quienes supuestamente defiende y los ha llevado a la ruina más absoluta, dice exactamente lo mismo. Y ya es sabido que, cuando los dioses pelean, son los seres humanos los que salen perdiendo.

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