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Los fondos buitre sobrevuelan ahora los repertorios de las grandes canciones del rock

El músico canadiense Neil Young

Nando Cruz

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Hace pocos días, Neil Young publicó una canción nueva: To follow one’s own dream (Days that used to be). En realidad, no es nueva. Es una toma alternativa de Days that used to be, composición incluida en Ragged glory (1990), uno de los álbumes más rabiosos e imponentes que grabó con el trío Crazy Horse. En ella, el canadiense reflexiona sobre cómo el inflexible y pragmático presente va acorralando los ideales de antaño. La segunda estrofa es así de elocuente: “Parece fácil perseguir tu propio sueño / Pero las posesiones y el privilegio no siempre son lo que aparentan / Te arrastran y aplastan bajo un disfraz de seguridad / Nunca tuvimos que firmar este tipo de tratos en los viejos tiempos”.

Tres décadas después, Neil Young sellaba un acuerdo con el fondo inversor especializado en música Hipgnosis Song Fund según el cual le vendía todo su catálogo como autor, más de mil composiciones, y cedía el 50% de los beneficios que este generase. La cifra de la transacción rondó los 150 millones de dólares. Lo que nunca pudo imaginar el canadiense en 2021 es que su catálogo podría cambiar de manos tan pronto. El valor en bolsa de Hipgnosis (que también posee los repertorios de Shakira, Blondie y Red Hot Chili Peppers, entre otros) ha fluctuado mucho en estos tres años y no ha tardado en atraer el interés de fondos inversores que ni siquiera forman parte de la industria musical.

El último grupo inversor en ofrecer una suma millonaria por Hipgnosis es Blackstone, gigante estadounidense de las finanzas cuyo nombre es sobradamente conocido por muchos españoles ya que es segundo mayor propietario de viviendas de alquiler de España tras Caixabank. “No teníamos ni un hotel en España y ahora somos el mayor hotelero del país. No teníamos viviendas y ahora tenemos la mayor gestora de vivienda en alquiler de España”, celebraba el pasado enero Fernando Bautista, director general de Blackstone en España, al repasar el crecimiento de su empresa en la última década. La cifra que no aportaba Bautista eran la de desahucios de sus propiedades en todos estos años.

Una partida de cartas

La oferta de Blackstone por Hipgnosis Song Fund es de 1.500 millones de euros y llega solo una semana después de que Concord Chorus, empresa de Nashville especializada en derechos musicales y teatrales respaldada por el fondo inversor estadounidense Apollo Global Management, ofreciese una cifra levemente inferior: 1.400 millones de dólares. Pese a que Hipgnosis no ha dejado de adquirir catálogos (de Chrissie Hynde, Mark Ronson, 50 Cent, B-52s, Enrique Iglesias, George Benson, Skrillex, Steve Winwood…), su valor en bolsa lleva meses en caída libre. Por ello la junta directiva de Hipgnosis emitió la semana pasada un comunicado con el que recomendaba a sus accionistas aceptar cuanto antes la oferta de Concord. Un tercio de ellos aceptó, pero si ahora Blackstone ofrece una cifra incluso superior, la partida de cartas tomaría un nuevo rumbo.

Así funcionan hoy las finanzas en el mundo de la música. Los macrofestivales más importantes son ansiados por los fondos inversores y del mismo modo lo son las empresas que están amasando los repertorios más lucrativos del siglo XX. A ojos de un inversor, las canciones son simples activos cuyo valor aumenta o decae debido a circunstancias que nada tienen que ver con su impacto comercial o la popularidad que hayan adquirido sus autores en los últimos meses. Y esas fluctuaciones del mercado son el señuelo de tiburones especuladores que visualizan estos lotes de canciones a la deriva como oportunidades para especular; solo hay que comprarlos en el momento adecuado y deshacerse de ellos cuando su cotización pueda volver a bajar. Estos fondos buitre manejan los catálogos musicales con la misma frialdad que bloques de viviendas, cadenas hoteleras o hectáreas de cultivo de cualquier rincón del globo.

En apenas cinco años, Hipgnosis Song Fund ha crecido más que ninguna otra firma del sector editorial hasta acumular más de 65.000 composiciones. Lo ha logrado engullendo los catálogos de empresas competidoras como Poo Bear, Big Deal y Kobalt. Hipgnosis no tiene ninguna relación con el colectivo Hipgnosis que en los años 70 diseñó míticas portadas de álbumes de Pink Floyd, Led Zeppelin, Electric Light Orchestra, Yes y Peter Gabriel. Sin embargo, en su origen juega un papel crucial otro icono de la música de los 70: Nile Rodgers, el guitarrista y líder del grupo de disco-funk Chic. El otro cerebro de esta empresa inglesa fundada en 2018 es Merck Mercuriadis, antiguo manager de Elton John, Guns N’Roses, Beyoncé, Morrissey y el propio Rodgers. Mercuriadis es el actual director de la empresa, mientras que Nile Rodgers ejerce de consejero.

Filantropía y especulación

El guitarrista estadounidense, conocido tanto por sus irresistibles riffs como por gestas filantrópicas de todo tipo (desde impulsar la fundación We Are Family hasta sumarse a un concierto en apoyo a Ucrania, pasando por tocar en favor del colectivo de músicos callejeros de Londres), ve ahora cómo el imperio editorial que ha ayudado a construir puede acabar en manos de un fondo buitre famoso por forzar la expulsión de decenas de familias mediante la rescisión de contratos de alquiler o el aumento abusivo de las cuotas. En 2019, más de 80 inquilinos de la Comunidad de Madrid se enfrentaron a Blackstone para impedir una subida de alquiler desproporcionada. En 2022, otras 40 familias madrileñas se aliaron tras recibir un burofax anunciando subidas del alquiler de hasta el 100%.

El mundo de la música transita en una dimensión paralela, pero la cotización de Hipgnosis está en caída libre. Si en septiembre de 2023 la empresa tenía un valor de mercado de 2.643 millones de euros, el mes pasado su valor ya solo era de 1.811 millones; una caída de 832 millones de euros en solo seis meses. Cuando se detectan estos seísmos, los fondos buitres huelen negocio. Y así es como los beneficios que generen títulos como Rockin’ in the free world, Crime in the city, Restless consumer y otras que denunciaban abierta o veladamente la codicia infinita del sistema capitalista puede acabar engrosando las arcas de Blackstone si la junta de accionistas de Hipgnosis acepta su oferta.

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