La cosa mejora sin expectativas

La cosa mejora sin expectativas

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En este nuevo curso político he decidido ir a los plenos sin expectativas. Ya no leo ni el Orden del Día. A ver qué nos depara la tarde. “Cuando menos te lo esperas, va la vida y te sorprende”, que cantaba El Arrebato. Puede que sea pereza, pero la cosa mejora. El primer día que he ido con este pensamiento y la primera vez que la oposición consigue ganarle una batalla al PP. Increíble. No daba crédito. Incluso salí fuera del Parlamento para cerciorarme de que era el de La Rioja. La Reforma del Estatuto de Autonomía ha dicho adiós por la vía rápida. Hacían falta veintidós votos a favor y los populares sólo podían sumar veinte. Otra vez será.

Unas seis horas antes de ese momento llegaban los diputados. Las caras habían cambiado. No tanto como para no reconocerlas, pero sí lo suficiente para notar diferentes rasgos. Concha Andreu ha adquirido cara de candidata. Como no habló en toda la sesión, todavía está por ver si también ha cogido los gestos típicos de un candidato. Consisten en mover mucho las manos hacia abajo con firmeza, cerrar de vez en cuando el puño moviendo el brazo hacia delante y, en el tema importante, destacar el dedo índice para señalar al horizonte. La socialista ha ganado en unas semanas lo que Carlos Cuevas perdió en un entrar y salir de la Audiencia. El presidente Pedro Sanz llegó con cara de superviviente. A punto estuvo de pillarle un toro en Rincón de Soto el lunes. Confiado por encontrarse en un encierro dentro de una jaula, sin tener esto nada que ver con su chalé de Villamediana, se asomó para acercarse al astado y libró por poco. No tuvo tanta suerte un mozo que se encontraba a su lado: cuatro cornadas, dos de ellas graves. Poca broma.

Como les decía, puesto en la zona de prensa, sin expectativa alguna, uno puede aprender muchas cosas. Vayamos por orden:

1. Concha Arruga no es Cristóbal Montoro, según le explicó al socialista José Ángel Lacalzada la propia consejera de Hacienda. “No está en el Congreso, habla con el Gobierno de La Rioja. Eso es una ley estatal. Entérese de dónde esta”.

2. La diputada del PSOE Inmaculada Ortega nunca tendrá la voz en perfectas condiciones. Esta semana puede que hayan sido los sanmateos.

3. Si aplicamos un silogismo a las declaraciones de la mencionada Concha Arruga, los funcionarios riojanos tienen casi las mejores condiciones laborales de Europa. Veamos. Según la consejera, los funcionarios españoles tienen mejores condiciones que muchos vecinos europeos y los riojanos mucho mejores que los de otras comunidades, ergo…

4. El diputado del PR+ Rubén Gil Trincado es ciego, como Stevie Wonder, y anda falto de comprensión, según el consejero de Obras Públicas, Antonino Burgos.

5. El consejero de Sanidad, José Ignacio Nieto, debe ser un manitas en casa. No se entiende si no que Gil Trincado le mandara pintar la fachada del Hospital de La Rioja y tapar los agujeros del aparcamiento del antiguo Hospital San Millán.

6. En el Parlamento hay una sala en la que puedes servirte un café en vez de ir al bar. Es gratis. Al menos eso hizo uno de los fotógrafos. El café prohibido.

Lecciones aparte, casi todas impartidas desde la bancada popular, la refriega llegó en el último debate. Apareció hasta el presidente, que se había marchado a las 17,16 horas para volver a las 21,10. Los portavoces tenían ganas de tirarse los trastos a la cabeza. Las elecciones cada vez están más cerca. El regionalista González de Legarra contó una fábula que venía a decir que la reforma del estatuto era “sólo viento después de tanto ruido”. Le faltó rematar. Si escuchara a Sabina sabría que después de “tanto ruido” está “la soledad”, como la del PP a pesar de su mayoría absoluta. El socialista Pablo Rubio acusó a los populares de hacer una propuesta “ilegal, partidista, reaccionaria e inoportuna” sólo porque “coincide con sus intereses electorales”.

Sanz habló el último. Señaló que a él nadie le va a decir cuándo tiene que estar en el Parlamento y que le da igual lo que piense la oposición al respecto porque nunca falta cuando le toca intervenir. Rubio pidió la palabra, Ceniceros le dio dos minutos para replicar y le comentó al presidente que tenía una patología con él. “Es curioso que la oposición quiera cerrar un debate y que me aluda todo el rato. He estado a punto de ir al psiquiatra por una patología”, respondió el presidente con la misma de cara superviviente que tenía al comienzo de la tarde. Está más vivo que nunca y promete dar guerra.

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