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Opinión - ¿Respeto a Milei y al resto de la ultraderecha? Por Rosa María Artal

Tropezón a la parrilla

Tropezón a la parrilla

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En Las Gaunas se celebró ayer un banquete. Un equipo cántabro de fútbol fue invitado a la mesa, pero lo que no se le dijo es que él era el plato principal. “Venid, sentaos con nosotros, que en La Rioja otra cosa no, pero comer y beber...”. Servilleta en las rodillas y codos apoyados. Una vez comenzado el festín, poco tardaron sus jugadores en darse cuenta del engaño. Menudo sacó el aperitivo. Casi no se habían preguntado ni los nombres y los primeros pinchos ya salían de la cocina. El chef Camochu cogió los primeros ingredientes que tuvo a mano: un mal despeje. “Toma, Menu, vete sirviendo”. Visto que habían gustado, el centrocampista sevillano se permitió el lujo de dar un pase torero con la mano derecha como celebración. No será el último. El encargado de los entrantes fue Iker Alegre. No le hizo falta ayuda. Los ha preparado muchas veces. A diferencia de Juan Palomo, él no se los come sino que son los porteros rivales los que prueban sus delicias. Más de treinta metros le separaban de Iván, pero eso no fue obstáculo para que el plato le llegara. Jamón, croquetas y revuelto de boletus. Todos conocían el menú. El asturiano lo anunciaba a cada zancada que daba desde la banda derecha en dirección al área visitante. Nadie le salió al paso para decirle que no le gustaba lo que traía, así que fue directo y preciso. El recado lo dejó al lado del palo, donde el portero no llega, pero donde lo puede acabar recogiendo un poco más tarde.

Las caras en el CD Tropezón cambiaron entonces. Siete minutos después de que el colegiado llamara a los veintidós jugadores a la mesa, la fiesta era sólo para los que llevaban camisetas blanquirrojas y no para todos como les habían prometido. Su problema, la educación. No podían marcharse en mitad del festín y dejar a su anfitrión en la estacada. Es por eso que Álex intentó echar una mano en la cocina. Había que acabar cuanto antes. Lo que no sabía el interior del conjunto visitante es que en Logroño ya habían pensado en esa posibilidad y pusieron a Miguel Martínez de Corta en la puerta que usaban los camareros. “Lo siento, no puedes pasar”. Y lo volvió a intentar en otras ocasiones, pero siempre tuvo la misma fortuna. El arquero era todo seguridad, pero con los de la tierra tuvo algo más de compasión. Apareció Iñaki Jiménez, ex jugador de la SD Logroñés y natural de la capital riojana, con ganas de ayudar. Quería sacar el primer plato. Menudo y Ubis fueron tras él, guiñaron el ojo a Miguel y les dejó entrar a los fogones. Entre los tres montaron una pizza cuatro estaciones: falta botada por el sevillano, peinada del capitán, palo y rebote que se mete dentro de la portería. Puede que el plato no lo preparara Francis Paniego, pero valió igual para llenar los estómagos.

El atracón estaba asegurado. Los botones de las camisas se comenzaban a soltar, los cinturones a bajar un par de agujeros y las corbatas a aflojar. Había que hacer sitio para más. El servicio de catering era rápido y eficaz. “¿Quiere repetir el caballero?”. “No, gracias”. Y no repitió, pero llegó el segundo plato. Camochu dejó su puesto en la cocina para Iker Alegre y se encargó de llevar el suflé hasta los comensales. Tuvo que esquivar a Iván. Estuvo hábil el delantero, porque, ante una inminente salida hacia el baño del meta rival, le pasó el plato lo justito por encima de la cabeza para que no se cayera y prepara un estropicio. Como es costumbre cuando se acude como invitado a un sitio, el conjunto cántabro se encargó de los postres. Traer vino habría sido un error y las anchoas de Revilla pasaron de moda. Fresno decidió que fueran pastelitos, una delicatessen. Los dejó en la escuadra para que no se derritieran y a nadie se le olvidaran.

El café y las copas se hicieron pesadas. Desde la prohibición de fumar en los restaurantes, no han vuelto a ser lo mismo y las sobremesas son menos llevaderas. Una vez perpetrada la tripada, los locales fueron a echarse la siesta y se olvidaron del que tenían delante. Toda la galantería demostrada al principio se transformó en dejadez más tarde, por lo que los jugadores del CD Tropezón siguieron la fiesta por su cuenta. “¿Dónde está la zona de bares? ¿Aquí por dónde se sale?”. No acabaron en un after de milagro. Fue de nuevo Miguel Martínez de Corta el que le puso cordura a la situación y los mandó para casa. “Tranquilos, no pasa nada, hay muchos días para salir”, parecía decirles en cada mano que les iba sacando. La experiencia manda. Llevaba razón y le hicieron caso. Autobús, carretera y manta. La fiesta había sido un éxito, lástima que les había tocado bailar con la más fea. Otra vez será.

FICHA

UD Logroñés: Miguel; Titi, Zubiri, Moisés García, Sergio Martínez (Javier Herreros, min. 45); Iker Alegre, Ubis (Mikel Abaroa, min. 62), Jacobo Trigo, Julio Rico, Menudo; Camochu (Antonio Amaro, min. 56).

CD Tropezón: Iván; Iñaki Jiménez, Cote, Bustillo, Nacho; Rafa (J. Carlos, min. 67), Conde, González (Igor, min. 45), Álex; Fran Sota, Perujo (Fresno, min. 45).

Goles: 1-0, Menudo (min. 3); 2-0, Iker Alegre (min. 7); 3-0, Iñaki Jiménez p.p. (min. 19); 4-0, Camochu (min. 31); 4-1, Fresno (min. 67).

Árbitro: Sánchez Rico (Comité catalán). Ha amonestado a Sergio Martínez y Mikel Abaroa, por parte de la UD Logroñés; y a Iñaki Jiménez, por parte del CD Tropezón.

Incidencias: 1.960 espectadores en Las Gaunas.

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