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La cosecha 2009 de Rioja ha sido calificada como “muy buena”

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El Consejo Regulador ha otorgado a la cosecha 2009 de Rioja la valoración oficial de “Muy Buena” como conclusión del riguroso proceso de calificación mediante análisis y cata que han superado las 4.211 muestras representativas de los 297,76 millones de litros de vino elaborados de esta cosecha.

Es la cuarta añada consecutiva que recibe la calificación “Muy Buena”, a pesar de que se han elevado en los últimos años las condiciones establecidas para la calificación global de la cosecha, fijando requisitos adicionales como el índice de polifenoles y de color. El alto nivel de autoexigencia a la hora de adoptar medidas tan significativas como la limitación de los rendimientos máximos de producción está permitiendo alcanzar estos excelentes resultados en la calidad de las elaboraciones y haciendo posible que Rioja siga manteniéndose en los mercados como referente de las mayores exigencias de calidad.

El volumen final de cosecha en esta campaña de 2009 fue de 412,3 millones de kilogramos de uva, que fueron elaborados en un total de 657 bodegas (331 criadores, 38 cooperativas, 47 almacenistas y 241 cosecheros). La producción fue igual a la de 2007 y algo superior a la del año 2008, ya que la brotación alcanzó el 100%, los índices de fertilidad fueron los normales en Rioja y el cuajado fue muy satisfactorio, dejando todo ello las expectativas productivas altas y haciendo necesaria la vendimia en verde, como así se hizo en muchas parcelas de la Denominación a fin de contener los rendimientos a los límites establecidos por el Reglamento.

Ciclo vegetativo favorable para la calidad

La evolución general del viñedo a lo largo del ciclo vegetativo de esta cosecha ha sido buena, tanto desde el punto de vista vegetativo como sanitario, destacando como incidencias climatológicas más reseñables las precipitaciones elevadas durante la parada vegetativa (de noviembre a febrero), la tormenta de granizo del 24 de mayo con graves daños en unas 1.700 Has. de Rioja Baja y el fuerte calor y sequía del verano. Durante la vendimia destacan las lluvias de los días 16-18 de septiembre en toda la Denominación, que ralentizan la maduración y propician el equilibrio alcohólico y fenólico de la uva, favorecido por el tiempo seco y soleado que acompaña toda la vendimia. La práctica ausencia de plagas y enfermedades ha propiciado un magnífico estado sanitario del viñedo hasta el final de la vendimia, lo que ha incidido muy favorablemente en la calidad del fruto.

El lunes 26 de octubre se vendimiaban en viñas próximas a Haro las últimas uvas de la cosecha 2009, con lo que los Servicios Técnicos del Consejo Regulador daban por finalizada una de las vendimias más tempranas de la historia reciente de Rioja que, como es tradicional, se ha prolongado durante dos meses, pues comenzaba en la localidad de Aldeanueva de Ebro el 27 de agosto.

El adelanto en la evolución del ciclo en torno a 10 días respecto a años anteriores ya se detectó desde la época de la floración, entre mayo y junio. Un verano excesivamente caluroso, con valores máximos de 35º-37º C, provocó que la madurez alcohólica fuera más rápida que lo habitual, pero sin que la madurez fenólica siguiera inicialmente el mismo ritmo. Aunque hasta entonces las precipitaciones habían sido importantes, también ha destacado este año la escasa pluviometría de los meses de verano, que provocó merma de las expectativas productivas, a pesar de que la mayor parte del viñedo riojano soportó bien la falta de lluvia, salvo en los viñedos situados en zonas áridas y cascajosas.

Sin embargo, las lluvias caídas a mediados de septiembre (días 16-18), cuando apenas se había vendimiado un 5% de la cosecha, fundamentalmente de variedades blancas de la zona más oriental de la Denominación, no solo contribuyeron a solucionar los problemas de estrés hídrico de algunos viñedos y a recuperar las expectativas productivas, sino que fueron decisivas para la calidad final de la cosecha, ya que permitieron equilibrar la madurez alcohólica y la madurez fenólica de la uva. Puede afirmarse que estas lluvias marcaron un punto de inflexión decisivo para la obtención de una cosecha de alta calidad, ya que a partir de esa fecha la climatología fue muy favorable hasta el final de la vendimia, con tiempo seco y soleado, lo que permitió alcanzar a la uva el punto óptimo de madurez con un magnífico estado sanitario.

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