Grupo Pitillos conquista los cinco continentes

Grupo Pitillos conquista los cinco continentes

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La empresa riojana de calzados Grupo Pitillos fundada en los años 80 ha . En menos de cuatro décadas se ha convertido en referente de confort y ha logrado presencia en 27 países de los cinco continentes.

Su historia comienza en 1981 cuando Juan Antonio Hernandez montó un taller para serigrafiar a Naranjito (aquella emblemática mascota) en las zapatillas deportivas. “No era una empresa de calzado propiamente dicha, sino auxiliar. Pero, poco a poco, fue ampliando instalaciones porque los pedidos eran cada vez más grandes. En 1985, según informa la revista Emprendedores ”se atrevió a lanzar una primera producción pequeña con la ayuda de tan solo seis operarios“. ”Así es como se gesta la empresa que conocemos hoy“, recuerda en declaraciones Silvia Hernández al citado diario, hija del fundador y actual directora general del grupo la cual cuento como la empresa ”Arranca con un pequeño muestrario, lo saca a la calle y funciona, así que, gradualmente, va incorporando más gama y haciendo más modelos. En 1987 ya levanta su primera nave industrial. Desde entonces, cada año incorpora alguna sección nueva“.

Emprendedores señala que son varias las claves de su éxito como por ejemplo:

Talante visionario. De ello da cuenta el hecho de que fue capaz de anticipar el éxito del yute en el arranque de los años 90 “Consciente de la moda que se avecinaba, fue de los pocos que supo hacerse con antelación con unas buenas provisiones de yute, de manera que cuando en 1993 se produjo el boom, era el único que estaba preparado y que tenía el yute suficiente para realizar la producción. Fue un año brutal, tanto que se creó otra firma: calzados Pasadoble (con la marca Blanco y Negro)”. Pasadoble (con la marca Blanco y Negro)“, recuerda Elena Bermejo, gerente y mano derecha del fundador.

Gran capacidad de adaptación. “La moda suele durar dos años, tres como mucho, y, a partir de ahí, tienes que estar muy atento de por dónde van a ir las tendencias. Volviendo a aquellos inicios, esos dos años estuvieron muy bien dedicados al yute, pero luego la marca Pasodoble tuvo que evolucionar para especializarse en la línea más joven: las plataformas, los volúmenes. Y Calzados Pitillos quedaba para un público tradicional”, recuerda Hernández.

Ya afianzadas las dos marcas, deciden crear en 2001 una nueva referencia con el nombre de la hija del fundador, Silvia Hernández, enfocada a un público todavía más joven. Y, por último, en 2003, la marca Ricardo Hernández, con el nombre del otro hijo del fundador y adjunto a la dirección para englobar la línea de caballeros.

Con énfasis en la innovación. “Siempre estamos pendientes de las últimas tecnologías, las últimas maquinarias del sector las vamos incorporando a medida que salen al mercado, tanto las aplicadas al diseño, como a la producción o la logística”, señala Hernández.

Y en el boca a boca. Su crecimiento se ha producido casi en exclusiva gracias al boca a boca. “En nuestra filosofía siempre ha estado 
el sacar el mejor zapato con la mayor 
calidad y más económico al mercado 
y, para conseguirlo, la clave era no
 añadir el escandallo del marketing.
 No nos preocupa la caja bonita o la
publicidad. Y por eso el dinero lo
 hemos dedicado íntegramente al producto. Ahora, hemos emprendido algu
nas acciones, pero hasta ahora no habíamos hecho nada”, explica Hernández.


Con distribución nacional e internacional. En la actualidad cuentan con entre 3.200 y 3.500 puntos de venta en territorio nacional. “Pero en 2006 nos dimos cuenta de que el mercado español estaba ya saturado y Juan Antonio entendió que había llegado el momento de empezar a salir fuera”. explica Silvia Hernández.

Producción y logística locales. “Hoy en día, la red de comunicaciones es muy buena y es posible llegar sin esfuerzo a cualquier rincón. Tenemos aeropuertos y puertos muy cerca, con lo cual no es un problema. Y eso nos permite seguir siendo muy de la zona”, insiste Hernández.

Sin olvidar la diversificación. Con el muestrario estamos entrando en segmentos que no eran originariamente los nuestros, como el alto.

En una empresa 100% familiar. Para Juan Antonio Hernández, “la empresa es su vida. Los hijos nos hemos ido incorporando poco a poco y es cierto que la compañía cada vez es más joven, sobre todo en los diseños, pero él sigue teniendo el bastón de mando. Es el alma de la compañía. Es un hombre de calle, cautiva y tiene mucho don de gente. La relación con sus clientes es casi de amistad, sabe perfectamente quién es quién y cuando la gente viene a la empresa, quieren hablar con él. Él quiere estar en la sombra, pero vive por y para el negocio. Esto le da la vida,”, insiste Silvia Hernández.

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