Jardinera, la yegua riojana que comía ostras

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La Venta de Goyo es, desde hace décadas, lugar de parada y descanso en el camino de camioneros. A principios del siglo XX eran muchos los comerciantes y pasajeros que buscaban refugio en el camino que unía Salas de los Infantes y Nájera y hacían parada en este enclave, en el Alto Najerilla, bordeado por la sierra de Demanda y la del Camero Nuevo para descansar.

Caminantes, trashumantes, tratantes y comerciantes llevaban vino y grano a la zona y acudían al abrigo de la casa de Goyo para comer y descansar cuando les alcanzaba la noche. “En los albergues se les ofrecía cobijo y calor”, informa Juan Carlos, el actual dueño de ´La Venta de Goyo`.

Fue en 1930 cuando Goyo Jiménez, junto a su mujer Isabel, convirtieron este lugar, que daba ya acogida a los viajeros, en la Venta de Goyo. Los caminos en aquella época eran largos y duros, mucho frío en invierno o calor en verano. Goyo e Isabel habilitaron varias habitaciones para acoger a huéspedes y abrieron pronto un comedor, que se hizo rápidamente conocido en todo el entorno.

Juan Carlos cuenta la historia de “Jardinera”, la yegua de la venta que comía ostras. Los camioneros cuidaban a los animales como forma de vida. Clemente, un hombre “alegre y con mucho salero” que viajaba con su cuñado, engañaba al resto de compañeros diciendo “fíjate Jardinera, cómo se come las ostras”. Se trataba de uno de los camioneros, avariciosos, que quería comer más y se servía más veces, engañando al resto de camioneros diciendo que “se trataba de Jardinera”, cuando era él el que se acababa la comida. Por lo general, la comida habitual eran patatas a la riojana.

Se trata de una historia de estas que se denominan “de las de antes”, una anécdota que cualquiera de los que pasa por el restaurante escucha de boca del propio Juan Carlos. Mientras, los hijos y nietos de Goyo continúan aún con la tradición familiar y reciben, con el mismo calor de antaño, a quienes deciden acudir al restaurante para disfrutar de una buena comida.

SLOW FOOD

Este concepto que une el placer de la buena mesa con otros más recientes como la sostenibilidad o el gusto por la tradición lo reune ´La Venta de Goyo`. “Los sabores auténticos no se improvisan, son fruto de un paisaje. Y es el paisaje lo primero que llama la atención en Venta de Goyo”, informa Carlos Gil en su blog.

En Venta de Goyo todo sucede despacio, sin prisa. El paladar “se habitúa pronto a este ritmo sosegado y cada matiz encuentra su porqué”, comenta Gil.

La Venta de Goyo es fiel a la gastronomía tradicional, a los platos de cuchara y ofrece su popular cocido de alubias rojas con chorizo huesero. “Siguiendo la receta familiar, con tiempo y mimo, se logra el singular sabor y textura de estas alubias, cultivadas en las tierras frías de la zona; un plato que atrae tanto a los cazadores y pescadores que pueblan la zona, como a visitantes y apasionados del arte del buen comer que acuden hasta esta casa”, publican en su web.

Aunan productos de la tierra y de temporada con platos para paladares que “aprecian la tradición culinaria y para aquellos que desean asomarse a la nueva cocina”.

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